La fertilización del huerto
Los vegetales consumen minerales para desarrollarse, absorben elementos simples de su entorno y los convierten en materia orgánica. En la naturaleza, los vegetales encuentran estos minerales en su medio de crecimiento y en un hábitat estable, como por ejemplo un bosque. Cuando un mineral es absorbido por un vegetal se convierte en materia orgánica. En el momento que esta materia orgánica ha cumplido su función (hoja) cae al suelo y se descompone hasta volver a ser mineral y ya está a disposición de volver a ser captado por otro vegetal y vuelta a empezar.
En un huerto rompemos este ciclo en el momento en que recogemos las producciones y no las volvemos a incorporar al suelo. Por lo tanto, debemos aportar nosotros los minerales que el suelo necesita. Es lo que denominamos fertilización y nos permitirá sostener las producciones de nuestro huerto sin que se agote el suelo. Podemos aportar estos minerales de forma directa, con fertilizantes compuestos principalmente de nitrógeno, fósforo y potasio o los podemos aportar de forma orgánica haciendo uso de fertilizantes biológicos (estiércoles) para que se descompongan en el suelo y liberen los minerales de los que se alimentan las plantas.
Los aportes de fertilizantes orgánicos, además de abonar, ayudan a mantener el porcentaje de materia orgánica en el suelo convencional, que debería estar entre el 2 y el 4 % del total, y que mejora la estructura del suelo, cosa que beneficia el desarrollo de los cultivos.
La fertilización en un huerto ecológico
En un huerto ecológico sólo está permitido hacer uso de fertilizantes orgánicos. Lo habitual es hacer un abonado previo a la plantación cuando se hace el laboreo y preparación del terreno en lo que se denomina el abonado de fondo. Este abonado de fondo se hace con estiércol.
Lo ideal es hacer uso de un estiércol envasado y tratado para eliminar las semillas de malas hierbas. De esta manera, evitaremos problemas de posibles fermentaciones en el suelo y sobre todo de invertir tiempo en eliminar malas hierbas.
Las recomendaciones de abonado varían según la composición del estiércol.
En cuanto al substrato de cultivo ecológico hidropónico, se pueden incorporar de 2 a 3 kg por metro cúbico de volumen de substrato (un metro cúbico son mil litros).
Es recomendable no utilizar estiércoles de reacción básica como la gallinaza en suelos con tendencia a tener problemas de clorosis férrica.
Actualmente, también existen diversos tipos de ácidos húmicos y aminoácidos de origen natural con capacidad para fertilizar, que se usan como abono de cobertera o refuerzo a lo largo del cultivo, ya sea aplicándolo directamente en los surcos al regar por inundación o incorporándolos al agua de riego por fertirrigación a través de los sistemas de riego localizado. Estos productos son interesantes en cultivos exigentes en nutrientes y de largo recorrido en nuestro huerto, como por ejemplo los tomates, que van a estar produciendo frutos durante dos, tres o más meses y que únicamente con un abonado de fondo se quedan cortos.
La fertilización en un huerto convencional
En un huerto lo habitual es hacer un abonado previo a la plantación cuando se hace el laboreo y preparación del terreno en lo que se denomina el abonado de fondo. Este abonado de fondo se hace puede hacer con estiércol o con abonos minerales. Posteriormente y durante el cultivo se pueden ir haciendo aportes de abonos minerales.
Si se utiliza estiércol, lo ideal es hacer uso de un estiércol envasado y tratado para eliminar las semillas de malas hierbas. De esta manera, evitaremos posibles fermentaciones en el suelo y, sobre todo, tener que invertir tiempo en eliminar malas hierbas.
Las recomendaciones de abonado varían según la composición del estiércol.
Para renovar el substrato en cultivo hidropónico se pueden incorporar de 2 a 3 kg por metro cúbico de volumen de substrato (un metro cúbico son mil litros). En caso de que se inicie un cultivo con substrato nuevo es de suponer que ya viene abonado, pero de forma suave, por lo que no va mal incorporar un poco más.
Es recomendable no utilizar estiércoles de reacción básica como la gallinaza en suelos con tendencia a tener problemas de clorosis férrica.
En el caso de utilizar abonos minerales, lo más práctico es hacer uso de los denominados abonos complejos con porcentajes variables de nitrógeno, fósforo y potasio en lo que se conoce como equilibrio NPK. Estos fertilizantes tienen un equilibrio entre ellos y la predominancia de uno sobre los otros nos indica para qué nos pueden resultar útiles.
Si el porcentaje de nitrógeno es mayor (20-10-10), será un abono útil para hacer crecer esos cultivos interesantes por sus tallos y hojas como las lechugas o las espinacas. Si el porcentaje está equilibrado (15-15-15), utilizaremos el abono en aquellos cultivos interesantes por sus raíces o tubérculos como zanahorias o patatas, o en los cultivos de invierno como coliflores, aunque también es válido para los cultivos aprovechables por sus hojas.
En porcentajes desplazados hacia el potasio (12-10-20), utilizaremos el abono para aquellos cultivos interesantes por sus frutos, como los tomates o los melones. Las recomendaciones de abonado son variables y dependen de las exigencias de los cultivos. Recomendamos aportaciones pequeñas y fraccionadas durante todo el periodo de cultivo del orden de 1 kg por 100 m2. El doble en el caso de abonados de fondo.
En el caso de hacer servir abonos solubles para fertirrigación se deberán usar las recomendaciones anteriores en función del tipo de cultivo y disolver los abonos en una solución de unos 100 g por mil litros de agua de un abono de equilibrio por ejemplo 20-20-20.