Cuándo regar el huerto
Quizás sea una de las preguntas que más nos preocupa cuando nos iniciamos en el mundo de la horticultura. Tiene una respuesta fácil: cuando haga falta.
No existe una regla fija por la que podamos guiarnos a la hora de decidir cuándo regar nuestro huerto. No podemos establecer una pauta de riego invariable porque cada planta tiene sus necesidades, y dentro de cada planta, según sea su estado de crecimiento necesitará más o menos agua. Además también depende de la meteorología, ya que si llueve lo suficiente ya no hará falta regar, y si la insolación es severa deberemos aumentar la frecuencia de riego. El tipo de suelo o substrato de cultivo también condiciona la frecuencia de riego, ya que unos suelos tienen mayor capacidad de retener agua que otros, por lo que el agua fácilmente asimilable por el cultivo le durará más o menos.
Nuestro objetivo será saber encontrar el momento de riego en el que nuestro cultivo no se vea afectado en su rendimiento, ni por defecto (sequía), ni por exceso (encharcamientos).
Se pueden establecer unas pautas sencillas para regar:
- Las plantas necesitan más agua a medida que van desarrollándose. Por tanto, al inicio de su crecimiento necesitarán riegos menos frecuentes que en pleno desarrollo.
- En función de la época del año y a medida que va avanzando el año natural recibimos más horas de insolación y más intensas, y posteriormente decrecerá. Así que, en verano tendremos que regar más frecuentemente que en invierno.
- La meteorología influye también en la frecuencia de riego. No sólo si llueve, también si los días son nublados o las temperaturas son más bajas tendremos que disminuir la frecuencia de riego
Conociendo la época del año, la meteorología de los últimos días y el momento de crecimiento de las plantas deberemos establecer una pauta de riego. Además la observación del terreno también nos da pistas, tocando la tierra o el substrato somos capaces de determinar su nivel de humedad. El color del suelo también nos da información; cuanto más oscuro, tanto más húmedo, cuando el color del suelo sea más tenue será un indicativo de falta de humedad y deberemos regar.
La experiencia también nos aporta unas reglas que nos pueden servir de guía. Por ejemplo, en pleno verano, de máxima frecuencia de riego, en un huerto con una plantación de tomates en surcos con riego por inundación y en plena producción, difícilmente podremos alargar la frecuencia de riego más allá de dos o tres días sin que afecte al rendimiento.
Esa misma planta de tomate en el mismo estado pero con riego localizado debería regarse como mínimo una vez al día.
En un cultivo hidropónico donde el recipiente de cultivo sea de por lo menos un tercio del volumen que ocupa la tomatera deberá regarse igualmente por lo menos una vez al día, y si el recipiente de cultivo es sensiblemente menor, como el caso de un saco de cultivo o una maceta pequeña, es posible que necesite regarse cinco o más veces al día. Cuando las plantas se cultivan en un volumen de tierra pequeño, el agua fácilmente disponible es poca, por lo que deberemos renovarla a menudo. Es como cuando bebemos en vasos pequeños, para saciar nuestra sed necesitamos llenar muchas veces el vaso.
La alta frecuencia de riego en cultivo hidropónico hace muy recomendable la instalación de automatismos (controladores de riego) que nos permitirán concretar el número y la duración de los riegos, y que nosotros deberemos ir reprogramando a medida que las condiciones del cultivo cambien. También son muy recomendables en el cultivo tradicional. Principalmente, porque nos ahorran trabajo, pero también porque es beneficioso para el rendimiento del cultivo, ya que, si aumentamos la frecuencia de riego y lo programamos para las horas de mayor insolación, aumentaremos el periodo de tiempo en que la planta se encuentra en un estado hídrico óptimo. Además, permiten que las plantas estén regadas sin necesidad de que nosotros estemos en el huerto, como cuando por ejemplo nos vamos de vacaciones o no podemos cuidarlo entre semana.